Junta Histórica

¡Feliz Cumpleaños, Cordobés!

Hoy cumple 77 años Daniel Willington. Un jugador de un talento desmesurado, un bohemio, un carismático. El fútbol celebra un nuevo aniversario de uno de sus mejores intérpretes.La pelota saluda a quien la acarició como pocos. Y Vélez festeja haber disfrutado de los conejos salidos de su inagotable galera.

Por Junta Histórica

Daniel Willington, el ?famoso cordobés?, paradójicamente nació en Villa María Selva, Santa Fe, el 1 de septiembre de 1942, pero tenía cuatro años cuando su familia se radicó en Córdoba, en busca de mejores aires para el asma que sufrían él y sus tres hermanos.

Hijo de Atilio, volante central de Talleres de Córdoba, siguió sus pasos primero como mascota del Club y luego como alcanza pelotas. A partir de 1959, con solo 16 años y ya futbolista del plantel de Primera División, empezó a crecer la figura, el ídolo, la leyenda.

Sus excelentes actuaciones en el fútbol de la Docta le abrieron las puertas de Vélez Sarsfield, que lo incorporó al plantel dirigido por Don Victorio Spinetto a principios de 1962.

Si bien había brillado en un amistoso de pretemporada frente a Boca, su debut oficial con los colores velezanos -el 25 de marzo- no fue muy promisorio: derrota 4 a 0 ante Huracán y expulsión a los 11 minutos del segundo tiempo por protestar. Sin embargo, pronto comenzó a tomar protagonismo y a manejar las riendas del equipo. El 19 de abril, por la 5° fecha, marcó su primer tanto en la victoria por 3 a 1 sobre Chacarita.

Ese mismo año, luego del Mundial de Chile, fue convocado por primera vez a la Selección Nacional, para el partido que, por la Copa Lipton, Argentina le ganó a Uruguay por 3 a 1 con un gol suyo. La trayectoria de Willington con los colores nacionales fue intermitente: jugó -entre 1962 y 1970- un total de 11 partidos, en los que marcó un solo tanto, y fue parte de la delegación que se quedó con la Copa de las Naciones en 1964 aunque sin sumar minutos en cancha.

Su camino en el Fortín estuvo marcado por una relación muy especial con Don Pepe Amalfitani, quien alguna vez declaró que se sentía un poco como su padre, y le administraba el dinero para asegurarle un buen porvenir.

Poco afecto a los entrenamientos, lagunero por momentos, pero con un talento fuera de lo común, estratega y portador de una pegada y una habilidad extraordinarias, se fue transformando en uno de los jugadores más queridos por la hinchada.

Y ese cariño se convirtió en adoración cuando, después de un arranque de torneo en el que había quedado relegado en las preferencias del entrenador, Manuel Giúdice, de su mano Vélez se quedó con el primer título de su historia: el Nacional 1968. Aún hoy, después de más de 50 años, se recuerda su fenomenal faena en la cancha de San Lorenzo en el definitorio 4 a 2 a Racing.

En 1969 el Amalfitani se vistió de gala para recibir al Santos de Pelé. El resultado fue un empate 1 a 1, pero lo más destacado tal vez haya sido la declaración de ?O Rey? al finalizar el encuentro, en referencia a él: ??es el mejor jugador del Mundo?, afirmó el moreno.

En 1971 fue transferido a los Tiburones Rojos de Veracruz, México, donde jugó solo un año para regresar luego a la Argentina, contratado por Huracán. Ya instalado nuevamente en Córdoba, pasó por Instituto y Talleres antes de poner fin a su enorme carrera futbolística en su querido Vélez Sarsfield.

Al igual que su debut 16 años antes, su despedida tampoco fue muy feliz. El 20 de diciembre de 1978 el Fortín cayó ante Gimnasia y Esgrima La Plata por 5 a 1 y Willington jugó los primeros 45 minutos, antes de ser reemplazado por Moreno para cerrar su historia con la V azulada sobre el pecho con 212 presencias y 65 goles.

Volvió a Liniers, ya como entrenador, en 1987/1988 y alcanzó a dirigir también 4 partidos de la temporada siguiente. Fueron en total 46 cotejos, con 15 triunfos, 16 empates y 15 derrotas, 59 goles a favor y 52 en contra.

Cantante de tangos aficionado, amigo íntimo de Ringo Bonavena y protagonista de un cuento que le dedicó el genial Negro Fontanarrosa, una tribuna del estadio Mario Alberto Kempes de la ciudad de Córdoba lo homenajeó con su nombre.

Amado en Vélez Sarsfield y en Talleres, pero reconocido por todos como uno de los jugadores de mayor relevancia de la vida futbolística de nuestra Institución, una estatua en la sede velezana lo ubica en el lugar que se supo ganar con la prepotencia de su fútbol excelso: el de ídolo y estrella inmortal del firmamento fortinero.