Fútbol

Bienvenido, Gero

Sergio Gerónimo Ulibarri tuvo su debut en la máxima categoría con la V en el pecho. El club que lo formó desde sus 8 años, también le abrió las puertas del fútbol grande.

Dorsal 27 para Gero en su debut.
Por Diego Guitian

A los 15 minutos del complemento, "Gero", apócope de su segundo nombre -el cual prefiere que utilicen cuando lo llaman-, vivió ese esperado momento por el que luchó toda su vida. Cada historia de un juvenil que se presenta en sociedad suele tener patrones comunes, como el esfuerzo y la tenacidad para ir en busca de sus sueños. Pero a su vez, las circunstancias particulares de cada protagonista en cuestión, hacen aún más especial ese momento.

En el caso de Sergio Gerónimo Ulibarri (2-8-2001 en Capital Federal), hace poco más de dos semanas no imaginaba este momento. La lesión de Joaquín García, compañero de Categoría y un ya natural competidor por el puesto, le dio la posibilidad que Mauricio Pellegrino lo suba a entrenar con Primera. Concentró y ocupó un lugar en el banco de suplentes ante Racing y los dos cruces frente a Barcelona de Guayaquil. Hoy finalmente, pudo saltar a la cancha para cumplir el anhelo que viene persiguiendo desde sus 8 años cuando llegó a Vélez.

Siempre como lateral derecho durante la formación en La Fábrica, este joven residente en la localidad bonaerense de Tigre templó su paciencia cuando no le tocaba jugar o lo hacía en el paralelo de AFA, como es la Liga Metropolitana. Cada oportunidad que tenía, la aprovechaba al máximo. En 2019 García fue promovido a Reserva y Gero resultó una de las figuras de la Quinta División Campeona en el primer semestre. Por esos días, cuando el Flaco iba a ver a su hijo Mateo cada vez podía, también conoció a este joven de firmeza en la marca y decisión para proyectarse por la banda.

En Reserva debutó el torneo pasado y suma 4 partidos jugados. Ahora tuvo su estreno en el fútbol grande, donde se ofreció como salida en un conjunto que por la expulsión de Damián Fernández, debió batallar duro. Así todo, Vélez se fue de Rosario con las manos vacías. El rostro de cada futbolista era elocuente. Mismo en el caso de Ulibarri, el pibe que pese al dolor luego de una semana que también incluyó la eliminación en la Copa, hoy vivió una jornada que atesorará por siempre.