Junta Histórica

Vélez Campeón Apertura 1995

El 17 de diciembre de 1995 Vélez goleó a Independiente por 3 a 0 en la Doble Visera, explotada de hinchas velezanos, y se proclamó Campeón del Torneo Apertura. Trotta, Camps y Basualdo rubricaron una estupenda faena de 19 jornadas. Un justo premio a un grupo dominado por la ambición de gloria.

"No esta muerto quien pelea", y ese Vélez multiganador de los noventa siempre hizo una bandera de ese axioma. Aún en las más desfavorables circunstancias el equipo nunca se rindió, y ese Apertura 1995 fue el ejemplo más acabado del coraje de esos jugadores que nos desbordaron de alegrías. 

Aquel fue el título del “cartón lleno”. En la 13ª jornada el equipo cayó ante el Boca de Maradona, líder del certamen, por 1 a 0, y quedó a seis unidades del xeneize con seis compromisos por jugarse. Carlos Bianchi apeló al inflador anímico y arengó a sus dirigidos con el famoso “si queremos salir campeones hay que ganar los seis partidos que restan”.

En un inolvidable sprint final, Vélez despachó a Gimnasia, Colón, Argentinos Jrs, San Lorenzo, Belgrano (con el memorable gol del Turu), y arribó al cruce frente a los Rojos tres puntos por encima de su escolta, Racing.

Fiel a su costumbre, y con el espíritu ganador que le insuflaba el entrenador, Vélez –con una increíble multitud alentando, reventando la tribuna cabecera y soportando un calor agobiante-arrasó a los Diablos en su casa, y liquidó el asunto con goles de Roberto Trotta de penal, Patricio Camps y una joyita desde afuera del área de José Basualdo.

El elenco del Virrey sumó 41 unidades para alzarse con su tercera corona en el ámbito doméstico, saldo de 13 triunfos, dos pardas y cuatro traspiés. Convirtió 29 tantos y le marcaron 13. El capitán, Trotta, fue el goleador del campeón con 7 anotaciones. El mediocampista José Horacio Basualdo fue el único que disputó los 19 partidos. Nunca fue reemplazado.

Vélez le cobraron cinco penales a favor. El “Cabezón” Trotta se encargó de ejecutarlos y sólo le atajaron uno -Germán Burgos, de River-. Al elenco Bianchista le sancionaron tres en contra, le convirtieron dos, y el restante fue desviado por Sandro Guzmán a Pedro Barrios, de Huracán.

Durante el transcurso del campeonato, Vélez recibió 12 tarjetas rojas, y el juez Daniel Giménez fue quién más jugadores le expulsó, cuatro, todos en el duelo ante El Globo. Dentro de un campeonato inundado de incidencias - penales a favor y en contra y expulsiones - hubo un hito negro, triste, que quedará en la memoria de los simpatizantes velezanos: la grave lesión en el 10º capítulo, ante Ferro, de Omar Asad, que practicamente decretó su retiro de la actividad.

Tras la coronación, un ganador Bianchi alabó a los suyos y le cosió la boca a los fantasmas que hablaban de plazos y de etapas cumplidas: “Los jugadores de Vélez demostraron que el ciclo no estaba terminado. Siento que mi trabajo no fue en vano, porque pudimos cambiar a tiempo y encontré a los jugadores adecuados para hacerlo. No me puedo olvidar que este plantel superó con entereza y humildad aquella derrota en la cancha de Boca, que al día siguiente nos encerramos a charlar y llegamos a la conclusión de que con empeño y mejorando todavía se podía llegar muy arriba”.

Un referente de la cantera del Club le ponía su voz a una nueva conquista del FortínChristian Bassedas remarcó la importancia del entrenador en este logro: “Bianchi implementó un recambio con jugadores jóvenes que dio excelentes resultados. Sabíamos que si nosotros sacábamos ventajas en el resultado de entrada, Racing se iba a caer y eso fue lo que sucedió”, confesó el volante izquierdo.

El conjunto de Carlos Bianchi escribía una nueva página en la historia grande del Fútbol Argentino y de la Institución, y ratificaba el brillo de sus grandes figuras como Christian Bassedas, José Horacio Basualdo, José Luis Chilavert y Roberto Trotta; la base del equipo campeón del mundo en Japón un año antes. El Torneo Apertura 1995 fue el trampolín para atrapar el bicampeonato un año más tarde, con la obtención del Clausura 1996.

Roberto Trotta y el puño apretado para una nueva coronación.