Fútbol

La Copa del Hincha

Una vez más, el hincha fortinero dijo presente y copó el Estadio Único Madre de Ciudades para alentar al equipo en la final de Copa de la Liga. Aliento, presencia y pasión por una camiseta gigante y un equipo que peleó hasta el final.

Una postal histórica en Santiago.Foto: Hernán Mauricio
Foto: Hernán Mauricio

Cuánto tiempo se anheló por una tarde así. Por ver nuevamente a Vélez en una instancia definitoria por un título. Ese día llegó, y más allá del resultado, fue una muestra más de la pasión y el orgullo por ser fortinero.

Porque así fue todo el camino recorrido en esta Copa de la Liga que nos devolvió la ilusión. Con el hincha alentando y copando cada Amalfitani de local, empujando al equipo en las más difíciles y generando esa comunión de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera.

Se vivió en San Luis, se repitió en mayor escala en San Nicolás, y no había dudas que iba a explotar el Madre de Ciudades en la lejana Santiago del Estero.

Tras el penal de Lenny Lobato que dio el pasaje directo a la final y aún sin saber el rival, el hincha volvió de aquella semi inundando las redes a la espera de una confirmación para día y hora de venta de entradas.

Así se produjo uno de los actos de amor más significativos del hincha velezano desde la Caravana del Centenario a esta parte. Haciendo guardias en el CAS de madrugada para generar una cola interminable, que agotó, en tiempo récord, aviones, micros y entradas.

Entonces, miles y miles de almas fortineras recorrieron por cielo y tierra los mil y pico de kilómetros hacia la Madre de Ciudades para decir presente, para agradecer más allá del resultado.

No fue casualidad que en la salida de los equipos, en el momento de mayor ebullición, fue el "Soy del Barrio de Liniers... lo sigo a Vélez a todos lados..." el que se impuso por lejos silenciando el aliento de la gran masa de hinchas de Estudiantes que también fue a apoyar a su equipo.

Sufrimiento, pasión, tristeza, orgullo, ilusión. El hincha, más allá de todo, volvió a creer. Vélez no necesitó el título para llegar bien alto, por el esfuerzo de sus jugadores y por el aliento de su gente.

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Una fiesta fortinera.