Mamá Alba tiene que saber lo siguiente... la "preocupación" de Luisito, una vez culminada esta nota, fue decir que se había olvidado de mencionar algo: "que en mi casa nunca falta el pan arriba de la mesa y que mi mamá siempre me da todo lo que puede para que a mi no me falte nada".

El hijo agradecido a quien le dio la vida se llama Luis Ayala (La Matanza, 18/5/2005), volante/mediapunta zurdo de la Novena, que llegó a Vélez cuando iniciaba el 2019 y el último fin de semana regaló dos delicias de su pie izquierdo (y un gran partido en general) para asistir por partida doble en el 3-0 ante Argentinos. 

Formado futbolísticamente en el baby fútbol de Unión Italiana de Ramos Mejía y luego en las infantiles de All Boys, su arribo al Fortín supuso más dificultades desde lo físico que futbolísticas, porque el que juega bien, lo hace en todos lados. Dirá que en el Club de Floresta entrenaba tres veces por semana cuando sus compañeros de Vélez, en prenovena, lo hacían todos los días. Lo cierto es que ni bien llegó a Liniers fue considerado por el entrenador Hernán Palito Manrique y de a poco se fue convirtiendo en una pieza importante de la 2005.

En la presente Superliga Juvenil, Ayalita lleva 3 goles y buenas actuaciones que se incrementan con el correr de los partidos. El sábado ante el Bicho en la Villa Olímpica, asistió a Tomás Ganga para el 1-0 y luego, tras una excelente jugada dejando tres rivales en el camino, le dio el pase justo para que Benjamín Bosch solamente tuviera que rematar con fuerza a la red. En esa zona es donde mejor rinde Luis, "jugando por derecha, siendo zurdo me siento bien porque me gusta enganchar para adentro y ahora estoy con mucha confianza, creo que el sábado jugué mi mejor partido desde que llegué a este gran Club. Vélez es un grande y me tratan muy bien", comenta entusiasmado.

Protagonista de una infancia austera, creció mirando en la tele las gambetas de Messi y ahora admira a Nico Domínguez, 7 años más grande que él. Pero también creció en el barrio Santos Vega, en pleno Lomas del Mirador donde actualmente reside, sobre la avenida Juan Manuel de Rosas, también conocida como Ruta 3, a 20 cuadras de la General Paz.

Cerquita de su casa cursa el tercer año del secundario en la Escuela N° 13 a la que llega tarde casi todos los días al volver del entrenamiento, de todas formas asegura "que me gusta más Historia que Matemáticas y hago el esfuerzo de seguir estudiando porque es lo que corresponde", mientras todos los días repite la misma rutina: su Papá Luis lo lleva hasta Vélez y de ahí el micro que pone el Club lo transporta a la Villa Olímpica. La vuelta a Liniers está asegurada y luego el colectivo 213 lo deja otra vez en su querido barrio: "Acá nos conocemos todos desde chicos. Tengo muchos amigos que me ayudaron a ser quien soy, pero también sé dónde no debo meterme", advierte.

Suelto y atrevido en una cancha, tímido afuera de ella. Dice que Vélez le enseñó "a jugar simple" y que Palito le pide que no se apure en los metros finales, porque tiene lo necesario para encarar al rival que se le plante, pero sobre todo destaca "que acá aprendí a ser compañero y disciplinado".  Se atreve a soñar despierto, y eso sugiere jugar en la Primera del "Club que me da todo". Seguro cuando eso suceda, Luisito lo primero que hará es garantizarle a Mamá Alba que no le falte nada porque ser agradecido, así como un muy buen jugador de fútbol, lo define por completo.